Hoy hacen ocho años que te fuiste. Aquel día no te despediste de mí, ni siquiera me miraste cuando te chille que lo hicieras; me abracé con fuerza cuando te alejaste y no miraste atrás para no ver lo que abandonabas. Pero no solo me abandonaste a mí, sino a todas esas personas que te querían y te quieren. Las dejaste con aquella pregunta en la boca, ¿Por qué?
Pero tampoco este año has venido, así que solo me queda escribirte esta carta e intentar plasmar mis sentimientos lo mejor que sepa.
Hace tiempo tome una decisión, que donde tú fracasaste yo triunfaría. Aquello que solo nos pudiste dar durante un corto periodo de tiempo yo se lo daría toda la vida a las personas que ambos amamos. Yo luchare por el hogar que te fue arrebatado hace tiempo, por la felicidad que perdiste y no recuperaste nunca más.
No seguiré tus pasos pero tampoco los perderé de vista, no cometeré tus mismos errores si no que aprenderé de ellos, no convertiré mi soledad en mi enemiga si no en mi mayor aliada, no le daré la espalda a mis miedos si no que los miraré de frente y los enfrentaré, no me rendiré cada vez que la vida me golpeé si no que me levantare y aguantaré cada uno de sus golpes.
Criaste a una mujer de carácter fuerte y decidida, con un corazón capaz de amar y de alma soñadora. Hare que te sientas orgulloso de mí al igual que yo lo estuve de ti en una vida pasada. Y el día que nos volvamos a ver ya te preguntaré mis ``porque´´. Así que siéntate y espérame.
Gracias y hasta pronto.
............................................................
21 de junio del 2011
Ibas vestido con ese traje blanco que tanto me gusta, con el que pareces estar en paz con la vida, y con ese velo de serenidad que hace que me olvide por unos instantes del resto del mundo.
Sentados en la sombra de ese pino, cómplice de nuestros encuentros, te he contado lo feliz que me sentía en estos momentos de mi vida, y los cambios que ha dado desde la última vez que te vi. Tu único comentario, ha sido esa sonrisa tuya que me hace recordar esos días que vivíamos juntos y hace que me aferre aún más a la vida; esa sonrisa que me da fuerzas para continuar mi camino, la que consigue que cada mañana me levante y quiera hacer feliz a las personas que amo.
Y así nos hemos quedado durante horas, sentados escuchando la melodía que componían los pájaros para nosotros, contemplando ese cielo azul que por nosotros ha decidido permitirle al sol brillar, y con esa dulce fragancia de rosas y claveles envolviéndonos. Mientras me sumergía en ese cálido sueño a causa de la paz y la tranquilidad que sentía; tú me acunaste y me abrazaste como hacías cuando era niña y tenía alguna pesadilla, y gracias a ti he vuelto a tener esos sueños que tantos buenos recuerdos me traen, pero al despertar ya te habías ido y en tu lugar había una hermosa rosa blanca y una nota con estas palabras:
Pronto nos volveremos a ver, pero hasta que llegue ese día,
guarda esta rosa como si fuera mi vida.
Y así haré, gracias y hasta pronto.